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Microcorriente y estimulador de electroterapia
La aplicación de corrientes electromédicas no es un concepto nuevo. Ya en la
antigüedad se reconocía el valor terapéutico de los fenómenos eléctricos de la
naturaleza mucho antes de que William Gilbert definiera la electricidad en 1600.
Tanto Aristóteles como Platón hicieron referencia al "Torpedo negro" (raya eléctrica)
prescrita en el año 46 a.C. por el médico Scribonius Largus para aliviar distintas
enfermedades, desde el dolor de cabeza a la gota (cabeza a pies). Alrededor del
1800, los dentistas describieron una disminución en el dolor a través del uso de
dispositivos electromédicos, por aquél entonces algo rudimentarios.
A finales del 1800, el uso de dispositivos eléctricos se extendió para tratar el
dolor y se les atribuyó la curación de distintos trastornos médicos. Las exuberantes
reclamaciones de las tecnologías eléctricas iniciales, junto con la influencia política
de los grupos farmacéuticos dieron lugar a que esta forma de terapia cayera en
descrédito en la comunidad médica a principios del siglo XX. El resultado fue que
los colegios médicos dejaron de impartir electroterapia. La biofísica prácticamente
quedó eliminada de la práctica médica, dejando a la química como ciencia principal
y, con ello, la carga de responsabilidad para curar todas las enfermedades. Ahora,
en el siglo XXI, es evidente que la química, como único modelo terapéutico de
medicina, no ofrece todas las soluciones, por lo que la medicina moderna está
volviendo a estudiar el potencial de la bioquímica.
Por primera vez en Francia en el año 1902, los médicos Leduc y Rouxeau
experimentaron con estimulación eléctrica de baja intensidad en el cerebro. Al
principio, este método fue denominado "electrosueño", ya que se pensó que podía
inducir al sueño. La investigación sobre el uso de lo que hoy se conoce como
Estimulación con electroterapia craneal (CES) para el tratamiento de la ansiedad, el
insomnio, la depresión y el dolor comenzó en Rusia en la década de 1950 y llegó
por primera vez a EE. UU. en la década de 1960.
En 1965, los doctores Ronald Melzack (Canadá) y Patrick Wall (Reino Unido)
publicaron un artículo en el que explicaban una nueva teoría integral sobre cómo
el sistema nervioso procesa el dolor. Su teoría Gate Control (Control de la puerta de
entrada) también explicaba cómo la estimulación eléctrica puede influir en la
fisiología de las rutas del dolor. En 1967 se implantaron dispositivos eléctricos
mediante cirugía para controlar el dolor agudo de la columna dorsolumbar. Se
usaron dispositivos de estimulación eléctrica superficial para comprobar la
respuesta de la persona como medio para seleccionar los candidatos a cirugía y
para determinar la zona más eficaz para la implantación del electrodo. Pronto se
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