03.5 EFICACIA DE LA ESTUFA
Paradójicamente, las estufas de gran eficacia pueden tornar más difícil el trabajo de la chimenea.
El buen funcionamiento de una chimenea depende del aumento de temperatura en su interior provocado por los humos de la
combustión.
Ahora bien, la eficacia de una estufa está determinada por su capacidad de transferir la mayor parte del calor producido al ambiente
a calentar: como consecuencia de ello, a mayor eficacia de la estufa, más "fríos" son los humos residuales de la combustión y, por lo
tanto, menor el "tiro".
Una chimenea tradicional, de concepción y aislamiento aproximados, funciona mucho mejor en servicio que una pequeña chimenea
tradicional abierta o una estufa de mala calidad, en que la mayor parte del calor se pierde con los humos.
Por lo tanto, adquirir una estufa de calidad a menudo significa deber intervenir en el conducto de humos, incluso si ya existía y
funcionaba con instalaciones anteriores, para aislarlo mejor.
Si la estufa no calienta o hace humo, siempre se debe a un tiro defectuoso.
Un error común es conectar el tubo de la estufa a una chimenea existente, dejando que esta siga en servicio de la instalación
anterior. De esta manera, dos instalaciones con combustible sólido están unidas por el mismo conducto de humos, lo cual es
incorrecto y peligroso.
Si se usan las dos instalaciones al mismo tiempo, la carga total de humos puede ser excesiva para la sección existente de la
chimenea; lo que provoca revocos de humo; si se usa una sola estufa, el calor de los humos provoca el tiro de la chimenea, el
cual, sin embargo, aspirará aire frío también por la apertura de la instalación apagada, lo que vuelve a enfriar los humos y
bloquea el tiro.
Por último, si ambas instalaciones están ubicadas en distintos niveles, además de los problemas expuestos, se puede
interferir con el mismo principio de los vasos comunicantes, lo que provoca una evolución de los humos de combustión
irregular e imprevisible.
03. INSTALACIÓN DEL PRODUCTO
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